¿Adorables o demoníacos? El fenómeno viral de los muñecos Labubu y su misteriosa conexión con el caos

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Los muñecos Labubu conquistan el mundo con su estética inquietante y una historia que mezcla ternura, caos y mitología demoníaca.

Puede que te parezcan tiernos, feos o directamente perturbadores. Pero si has visto recientemente a Rihanna con un extraño muñequito colgado de su bolso Louis Vuitton, o a Lisa de BLACKPINK posando junto a una figura peluda de orejas puntiagudas y sonrisa traviesa, ya sabes de qué estamos hablando: Labubu, la criatura que está volviendo locos a coleccionistas, celebridades y fanáticos del diseño en todo el mundo.

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Nacido de la mente del artista hongkonés Kasing Lung y producido por la marca china Pop Mart, Labubu comenzó como un personaje del universo The Monsters. Su apariencia –cuerpo de peluche, ojos grandes, orejas puntiagudas y exactamente nueve dientes en una sonrisa que no se olvida– ha generado reacciones encontradas: para algunos es una ternura irresistible, para otros, una criatura inquietante que parece salida de un bosque encantado (o maldito).

Rihanna con su Labubu

¿Qué es Labubu y por qué genera tanta fascinación?

Según la historia oficial, Labubu es un ser de buen corazón que siempre intenta ayudar, aunque a menudo consigue el efecto contrario. En su universo aparecen otros personajes como Zimomo, Tycoco o Mokoko, todos con sus propias versiones en forma de muñecos.

Pero el éxito de Labubu ha ido más allá de la simple estética kawaii o el coleccionismo. Desde 2019, sus ventas han impulsado el crecimiento de Pop Mart hasta convertirla en una multinacional del juguete con más de 2.000 roboshops (máquinas expendedoras de figuras) en todo el mundo, incluyendo Londres, Nueva York y Sídney. Solo en 2024, casi el 40% de sus ingresos provinieron de fuera de China.

La fiebre llegó a tal punto que las largas colas en tiendas han derivado en enfrentamientos físicos, y las aduanas chinas incautaron más de 70.000 falsificaciones este año. En redes, los vídeos de unboxing de Labubus acumulan millones de visualizaciones, y en TikTok o Xiaohongshu ya se habla de “el muñeco más deseado del planeta”.

Lisa de Blackpink con su Labubu

¿Un ángel caído con sonrisa adorable?

Aunque muchos lo ven como una figura mágica, otros se preguntan si su origen tiene algo más oscuro. Según una investigación publicada por OhLalá! en julio, el diseño de Labubu estaría inspirado en Pazuzu, un demonio mesopotámico asociado al caos y la enfermedad. De hecho, la forma de las orejas, los dientes marcados y su nombre en sí (Labubu, sin traducción conocida) podrían tener raíces esotéricas que Kasing Lung ha preferido mantener en secreto. La publicación afirma que el personaje “encarna el arquetipo del embaucador”, esa figura ambigua que, desde Loki hasta el Joker, fascina y perturba por igual.

¿Una expresión de poder blando chino?

Más allá del fenómeno viral, muchos analistas creen que Labubu representa un nuevo tipo de ‘soft power’ chino, especialmente tras la pandemia. Como explica Ashley Dudarenok, fundadora de la consultora ChoZan, “Labubu encarna una especie de anti-perfeccionismo encantador. Su éxito simboliza un deseo colectivo de caos controlado y ternura oscura”.

Y Beijing parece encantado con la idea. Según la agencia Xinhua, Labubu demuestra el poder de la “creatividad cultural china” y ofrece al mundo una nueva visión de lo que puede ser “Cool China”. En esa misma línea, el éxito de Black Myth: Wukong o la película animada Nezha refuerzan esta narrativa de exportar cultura pop con sello oriental.

Celebridades, rituales y cacería global

Entre los fans célebres, además de Lisa de BLACKPINK y Rihanna, están Kim Kardashian, que mostró su colección de diez muñecos, y hasta David Beckham, quien compartió una imagen de su Labubu en Instagram tras recibirlo como regalo de su hija. La fiebre ha llegado a tal punto que los revendedores en Canadá y Europa triplican los precios originales, que van de 14 a 70 euros por unidad.

Para coleccionistas como Desmond Tan, encontrar un chaser (modelo especial limitado) es casi un ritual: agitan las cajas, afinan el oído y el tacto, intentando descifrar qué hay dentro antes de comprar. “Es profundamente satisfactorio”, dice.

Con millones de fans, una estética perturbadoramente adorable y una historia que se mueve entre el arte, el consumo y la mitología, Labubu no solo conquistó las vitrinas: se ha colado en nuestras obsesiones colectivas. Si es un demonio moderno disfrazado de muñeco o solo una moda más, lo dirá el tiempo. Pero por ahora, todos quieren uno.

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