Pedirte perdón a ti mismo es un gesto de valentía y amor propio. Hoy te contamos cómo puedes abrazar este proceso en tu vida.
En su entrevista con nosotros, Agoney nos inspiraba con su camino hacia el auto perdón. Aprender a mirarte con amabilidad, incluso en tus momentos más oscuros, es la clave para liberarte de las cadenas del juicio, impuestas por ti mismx y abrazar tu autenticidad. Los «errores» o «equivocaciones» no son más que decisiones tomadas desde un nivel de conciencia que, aunque tal vez sea limitado, busca enseñarte algo profundo, construyendo así tu versión actual.
Perdonarte no significa etiquetar esas decisiones como malas o vergonzosas; significa reconocer que elegiste aprender desde un lugar más duro, marcado por el ego, pero que esa dureza contenía también la semilla del amor, luz y crecimiento. Cada paso, incluso los que sentiste como caídas, definieron la persona que eres hoy, una versión más sabia y luminosa.
Este acto de perdón no busca borrar el pasado, sino integrarlo, aceptarlo, y mirarlo con gratitud. Es en esos momentos difíciles donde tu esencia encuentra su mayor fortaleza. Pedirte perdón es como abrazarte desde dentro y recordarte que siempre mereces amor, sin importar el camino que hayas recorrido, y para reconocer la luz, debes transitar por la oscuridad. Al fin y al cabo, cada estado, percepción o mirada de ti mismx y de lo que te rodea es tu propia decisión, es una elección. Cuando aprendes a verlo de esa manera, puedes reconocer que está en tus manos el poder cambiar o no lo que ya no te gusta o ya no vibra contigo.
Una práctica que puedes realizar es repasar toda tu vida mentalmente, detenerte en todas aquellas veces que te sentiste mal después de tomar una decisión y anotarlas en una libreta. Al finalizar, escribe esta frase: «Me observo, me perdono, me entiendo, me abrazo y me suelto, me libero y me reconozco libre en un estado de permanente crecimiento y evolución». Luego, practica el auto agradecimiento y date mima tu ser, tus emociones y, por que no, tu cuerpo.
Cada vez que te mires al espejo, suelta el juicio y susurrarte: «Me perdono, me abrazo, y sigo creciendo». Ahí, en ese instante de aceptación profunda, descubrirás que el amor propio es una construcción de todos los días, y que cada día es una oportunidad para renacer hacia tu mejor versión.
Recuerda: Cuando te observas con amor, la vida es mucho más amable y empática contigo. Permítete sentirlo en tu ser, abrazar tu sabiduría y no menos importante, compartirla.
¡Despierta tu liderazgo! Por coaching personalizado sigue a @carligonzalezok