La boda entre Taylor Swift y Travis Kelce desata una peligrosa narrativa: ¿vuelve la estética hegemónica blanca como ideal de marca estadounidense?

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Taylor Swift y Travis Kelce: la pareja más hegemónica de la industria. ¿Es esto lo que realmente necesitamos celebrar?

Los medios estadounidenses ya lo han decidido: Taylor Swift y Travis Kelce son la “pareja real” del país. Blancos, rubios, exitosos y millonarios. El ideal hegemónico. Y no hay nada cuestionable en su relación en sí —enhorabuena por su amor—, pero sí en lo que representa. Cuando los titulares empiezan a asociar su compromiso con una supuesta “revitalización del estilo Americano” (por cierto… América es un continente, no un país) o con “la estética capaz de unir a una nación dividida”, es momento de frenar y preguntarse: ¿a qué Estados Unidos os referís exactamente?

Porque la realidad de USA no son solo rubios con ojos azules. La USA real también es afrodescendiente, latina, asiática, nativa, racializada, queer y gorda. Y sin embargo, ese abanico de identidades desaparece cuando los medios deciden usar a una pareja blanca para vender de nuevo el viejo sueño americano envuelto en vaqueros Ralph Lauren y anillos vintage. Es un déjà vu incómodo de los años 90, cuando la hegemonía blanca era el molde estético que todo el mundo debía replicar.

Cuando Jay-Z y Beyoncé se casaron en 2008 —en plena cima de sus carreras— no se les llamó la pareja real. No hubo especiales sobre el “nuevo rostro de América”. Nadie habló de redención del país a través del amor negro. ¿Por qué? Porque incluso en 2025, el racismo estructural sigue definiendo qué historias merecen glorificación universal y cuáles se marginan con indiferencia.

Claro que celebramos el bienestar emocional de Swift tras años de relaciones fallidas. Y claro que Kelce parece un compañero respetuoso. Pero de ahí a convertirlos en símbolos incuestionables del imaginario colectivo estadounidense, va un abismo. Más aún cuando su imagen refuerza estándares corporales y raciales excluyentes.

Este fenómeno no es aislado. Hace semanas, la campaña de American Eagle con Sydney Sweeney desató polémica por su estética blanca y nostálgica. Ahora, la misma marca ficha a Kelce como embajador en una jugada que parece un intento desesperado por reconciliar esa narrativa con una figura masculina potente y mediática.

¿De verdad no hay otra forma de vender “lo americano” que no sea volviendo al mismo molde de siempre? Si Ralph Lauren, Tommy Hilfiger o Levi’s quieren sobrevivir en un mundo más consciente y diverso, necesitan dejar de reciclar mitos raciales y comenzar a construir nuevas imágenes, más plurales, más honestas, más representativas.

Taylor y Travis pueden ser felices, sí. Pero no nos digáis que su historia es la historia de todos.

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