Vivien Leigh, icono del cine clásico y estrella inolvidable en ‘Lo que el viento se llevó’, vivió una vida apasionante y tormentosa, marcada por el éxito y la lucha contra el trastorno bipolar, que complicó sus relaciones y su carrera hasta su trágico final.
Vivian Leigh, una mujer bella y única, pero a la vez muy compleja, que vivió una historia trágica. Nace un 5 de noviembre de 1913, en el seno de una familia burguesa, fue una de las estrellas más aclamadas durante la época dorada en Hollywood, y es eternamente recordada por su papel en ‘Lo que el viento se llevo’ como Scarlett O’Hara.
Los inicios de su carrera se fundamentan en Londres, y conoce allí al que fue su primer marido Herbert Leigh Holman. Ella siempre tuvo claro su camino en la vida, el cual era triunfar como actriz y a pesar de su enfermedad, luchó por conseguir su objetivo. Se enfrentó a una decisión muy grande en su vida, decide abandonar a su hija Suzanne, fruto de su primer matrimonio, al cuidado de su exsuegra, una tía y finalmente en un convento. Emprende su marcha hacia el mundo del cine, ganando cada día más fama en su carrera profesional, y acompañada de su segundo marido Laurence Olivier.


A él le conoció cinco años más tarde tras casarse con Herbert. Pero la pasión entre ambos nació como un flechazo inmediato. Olivier también estaba casado con una actriz de prestigio, Jill Esmond con la que tuvo un hijo, Tarquin. Este también estaba decidido a estar con Vivian, por tanto se divorcia y deja la custodia del niño a manos de su ex-esposa. Ambos se liberaron entonces de toda ‘carga’ que tenían
Fueron en 1948 cuando se convirtieron en una de las parejas más admiradas, el mundo los idolatraba, se les denominaba como la ‘Power Couple’ entonces. Vivian ante el mundo como una estrella del cine, y Laurence como un actor y director prestigioso, reconocido por renovar el teatro clásico británico. Pero tras las puertas, la relación resultaba ser un infierno.

El que empezó a crecer más en sus inicios de fama fue Oliver, con su papel como Heathcliff en la adaptación de la obra ‘Cumbres Borrascosas’. Ella intentó formar parte del elenco como la esposa Catherine, lo que no tuvo éxito entonces. Pero ya se había posicionado como la mujer de un actor con un papel muy importante. Fue entonces que surgió una vacante para la protagonista en la historia de ‘Lo que el viento se llevó’, muchos relatan que fue su hermano Myron quien la introdujo en el escenario en llamas y exclamó: “David, aquí tienes a tu Escarlata“. Las llamas, iluminando de naranja su rostro y el reflejo de sus ojos verdes, hicieron el resto. Tras dicho filme, para Vivien empezó a llegar ese éxito que ella tanto anhelaba, consiguió entonces su primer Oscar.
Un momento decisivo llegó cuando, junto a Laurence Olivier, emprendió una gira de seis meses por Australia y Nueva Zelanda para recaudar fondos para el teatro ‘Old Vic’. Aunque la gira fue un éxito ante el público y la prensa, la relación de la pareja se deterioró profundamente. La tensión se agravó con la aparición de Peter Finch, quien inició un romance con Leigh.

Durante esos años, Olivier observó cómo Leigh sufría cambios de humor repentinos y episodios de ira antes de sus actuaciones. Vivien era tachada como ‘difícil’ durante la época, sin embargo no era por sus actitudes de diva. Ella sufría de trastorno bipolar. Para entonces, había muy poco conocimiento sobre la enfermedad que tenía, y no existían tratamientos efectivos que ayudarán realmente a las personas padecían de ello, y el nombre que tenía la afección entonces era ‘psicosis maniacodepresiva’, la cura que daban además era muy radical, desde terapia de choque electroconvulsivo hasta lobotomías. Después de una larga separación, la pareja se divorció en 1961.
En 1951, Leigh protagonizó ‘Un tranvía llamado deseo’, un papel que le dio su segundo Oscar. Su salud mental y física siguió empeorando; en 1954 fue retirada de ‘La senda de los elefantes’ debido a un colapso en el set. Su último papel destacado fue en ‘La primavera romana de la señora Stone’ (1961).
Leigh falleció el 8 de julio de 1967 a causa de la tuberculosis, enfermedad que había padecido durante más de dos décadas, siendo todavía recordada a día de hoy por sus grandes interpretaciones en el mundo del espectáculo.
